
Un espacio que se mantiene con preeminencia...
fotografías cortesía de THE MERCER
fotografías de abejas Bobby Doherty
Las novedades tienen ese dulce brío que las hace irresistibles, y es ese fulgor por lo nuevo lo que las hace tan atractivas. Pero, así como la novedad llega, se va. Mantenerse con ese brillo, conservar el dulzor de la cordialidad y continuar siendo elegante a través del paso del tiempo es, sin duda, el mayor de los desafíos. En la industria del hospedaje, extenderte en el tiempo y quedarte en la cima no es una ecuación que resulte siempre exitosa.
Hay un hotel en la ciudad de Nueva York, en pleno corazón del SoHo, que es el querido de una comunidad que aprecia los valores del lujo silencioso y los grandes detalles. Un espacio que se mantiene con preeminencia y al que acuden aquellos que quieren sentirse como en casa dentro de un hotel. Ese es el Mercer.
El Mercer no necesita tirar nombres para apantallar, y eso que por sus 75 habitaciones han pasado todo tipo de figuras importantes de las industrias de la moda, el cine, la música, la gastronomía y el arte. Todos ellos vuelven porque ahí encuentran un refugio. Además, el hotel está ubicado en una zona privilegiada, que conecta con rapidez a sus huéspedes con el movido ritmo de la Gran Manzana. Cuando abrió en 1997, se convirtió de inmediato en un sitio de reunión, el más sexy de toda la ciudad.
El interior del Mercer hace desaparecer lo temporal. El estilo de Christian Liaigre, simple, elegante y minimal, conserva discreto el espacio que se encuentra dentro de un edificio romántico construido en 1890 por John Jacob Astor. Tal vez algunas de las palabras que engloban su estilo serían intimidad y sofisticación.
Una de las grandes (y nuevas) sorpresas en el hotel es lo que sucede en su séptimo piso, en la terraza. Y es que desde hace un tiempo sus nuevas huéspedes (muy silenciosas, por cierto) son las abejas —un secreto que continúa muy bien guardado—. Haber instalado apiarios para preservar y proteger la fragilidad que viven las abejas actualmente, es uno de los más grandes compromisos del Mercer con la sustentabilidad. El Mercer Beehive —o la Colmena del Mercer, como diríamos en español— es un sitio de reproducción y conservación de este insecto, tan vital en el ecosistema de la ciudad. Sólo como dato, debido al cambio climático, las colonias de abejas han disminuido en 95% en Nueva York, y el Mercer es el único hotel que les da la bienvenida en sus instalaciones para procurar la polinización.
Leía por ahí que Nueva York está en permanente cambio, pero siempre es la misma. Nunca dejará de ser la ciudad que dicta e influye en el rumbo de las tendencias y, siempre, la ciudad de los superlativos. Con varios ases bajo la manga, Nueva York ganará cualquier partida, y el Mercer es uno de ellos.
147 Mercer St, New York, NY mercerhotel.com
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