Una vez más, los magos de nariz —como alguna vez los bautizamos en 192—, nos hechizan con su nuevo artefacto. Esta vez no es una de sus pócimas mágicas —como nos gusta llamarle a sus fragancias— ni tampoco su jabón antibacterial Flor de Musgo, uno de los productos más perfectos dentro de sus recientes creaciones. Hoy se trata de un olor puesto en velas y con la que Xinú vuelve a conquistar nuestras narices.
Estos magos, cada vez más expertos en alquimizar la botánica de América hicieron mancuerna con Cerámica Suro para elaborar este contenedor de fuego, como poéticamente le llaman, que además de su función aromática, como objeto simboliza la petrificación de fragmentos de tallo, corteza y pétalos. Y que al igual que los otros frascos que encapsulan los aromas de Xinú, tiene una segunda vida. Al acabarse la vela se transforma en una pieza de uso cotidiano, bella, atemporal y con una nueva permanencia.
Pero volvamos al olor, el alma de este contenedor. La colección se conforma de 3 velas distintas, que encapsulan, como ellos bien dicen: la memoria olfativa de un continente.
Fuegozen: definida con las siguientes palabras: cálida, contemplativa, afectuosa, un capullo. Está hecha con resina de copaiba, aceite de styrax, aceite de cardamomo y absoluto de cera de abeja.
Menthamericana: refrescante, radiante, estimulante y amaderada floral. Hecha con aceite de menta, aceite de mandarina, extracto de haba tonka y aceite de cabreuva.
Flor de Musgo: radiante, floral, enigmática y profunda. Hecha con aceite de limón, extracto de nardo, musgo y aceite de cedro.


Sin abrir el paquete que contiene la vela, el aroma de la Methamericana que llegó a nuestro espacio, se propaga con celeridad. Al encenderla reconocemos lo amaderado y el efecto es inmediato, inevitable, aplastador; una aspiración profunda como si la vela nos estuviera dando su última flama y nuestros ojos en compás, cerrándose para llevarnos lejos y directo a la memoria olfativa y a la botánica del continente al que emula. La vela, prendida o apagada, como olor ya es inextinguible. Permanece, complementando el aire que nos rodea.
La colección de velas es nuevamente una colaboración de los estudios Esrawe y Cadena, con un equipo de diseño conformado por: Alejandro Ramírez, Federico Stefanovich, Ville Auvinen y Manuel Bañó. Y la producción de las piezas corrió a cargo de Cerámica Suro. Las velas pueden comprarse directamente en la tienda ubicada en Alejandro Dumas 161, Polanco o a través de su sitio web.
Ediciones anteriores

La última ciudad de Francisco Cancino
Francisco Cancino respira, vive y palpita a México. Cada colección es un pedazo más de su mirada […]

Andrés Jiménez: Crear espacios seguros
El mundo de Andrés Jiménez es uno donde la moda y la música fluyen con naturalidad, sin […]

Laura Carrillo: Sobre la feminidad y el diseño
Susan Sontag tiene una frase que dice que “lo más hermoso en los hombres viriles es algo […]

Víctor Barragán: El menswear después del cuerpo
En el paisaje incierto de la moda contemporánea, donde el exceso y la ironía coexisten con la […]

Diego Zúñiga: La moda es un camino introspectivo
Vestir nuestro cuerpo es quizá una de las actividades más solitarias que existen en el mundo. A […]

Antonio Zaragoza: Diseñar el tiempo
La moda, en su expresión más transgresora, se convierte en un poderoso lenguaje que desestabiliza las convenciones […]

El arte de unir contrastes: Taller 222 + Sangre de mi sangre
El ingenio mexicano siempre encuentra maneras de innovar, de crear nuevos caminos y objetos que superan el […]

Everyone is Watching: SKVM Violante en IKAL
El camino que ha trazado Sussan Violante aka SKVM Violante, con su marca, ha sido guiado por […]