¿Cómo es la moda mexicana hoy?: Bárbara Sánchez-Kane

¿Cómo es la moda mexicana hoy? ¿Cómo se diseña moda en México? ¿Qué se está diseñando? ¿Cuáles son las convenciones? A plena vista aparecen el coqueteo con las sedas importadas y la alta costura; el aburguesamiento de la cultura textil de los pueblos originarios; una afiliación a cierto tipo de minimalismo formal anodino, y la remezcla de los imaginarios pop de las décadas finales del siglo pasado con folclores urbanos vernáculos, que hasta hace poco eran marginales para el mundo de la moda, tan dispares como el cholo, el chacal, el rural, el oficinista y el aspiracional de la clase media trabajadora: El transporte urbano, los tianguis, las fiestas, La Parisina, la periferia inagotable, la piratería, un cándido “DIY” y la inmutable provincia. En la superficie, en lo anecdótico, la orgía siempre se impone al sexo binario. Por eso entrevistamos a Bárbara Sánchez-Kane: Una anomalía en el diseño de moda mexicano, que elabora desde la indisciplina. La representante del barroco kitsch, donde más es más y menos es menos. Más allá de celebrar o cuestionar su insolencia o fractura formales, preferimos interrogarla con preguntas sobre asuntos primordiales a la naturaleza de su trabajo. En sus colecciones, Sánchez- Kane añade y añade, aparea referencias, no para, lleva sus propuestas hasta el absurdo, al barroco delirante. Y a una sociedad hipernormalizada, el desafío que impone lo absurdo, el descoloque, le viene bien. Es complicado saber, o decir, si lo que hace Sánchez-Kane es un síntoma o una crítica de la actualidad. Por ahora, recordemos al barroco mayor, el cubano afrancesado Severo Sarduy: «Plagio, robo y pillo todo lo que me gusta».

Todas las convenciones deben ser desafiadas. La Tierra fue plana, pero hoy es esférica. Y es posible que mañana la Tierra vuelva a ser plana. A pesar del dominio del arte retiniano, un urinario, una caja de zapatos, mierda y sangre humanas, en un pestañeo, relevaron los paradigmas en la historia del arte. A estos momentos desafiantes sumemos, por mencionar algo: La minifalda y el “pantalón femenino”, Mike Kelley, el ruido musical, Conlon Nancarrow, Gertrude Stein, Anthony Braxton, el cuerpo colectivo, el matrimonio homosexual, los organismos cibernéticos, William Burroughs, sor Juana Inés de la Cruz. Todas las convenciones deben ser desafiadas. Una convención no es otra cosa que la integración de un lenguaje inédito a las economías políticas y mercantiles del momento. La asimilación de lo extraño. El sofoco de la libido.

 

La cosmogonía del mundo industrializado de la moda se rige de acuerdo con un calendario dividido en ciclos de ocho meses. Anualmente, cada temporada supone un cambio de piel, el desprendimiento de las escamas, una renovación estética que crea la sensación de progreso o de vanguardia, la fantasía de lo nuevo. Pero que casi siempre es una falacia: La moda carece de la capacidad de revolución, porque carece de ideología. Salvo algunas excepciones muy cuestionables hasta cierto punto, como Yves Saint Laurent, Alexander McQueen o Vivienne Westwood, la moda —la Moda— no deja nunca de ser fiel a su naturaleza reaccionaria: Es alérgica a la libertad creativa, domestica lo agreste, neutraliza la individualidad e impone tendencias, metaboliza los destellos de insolencia con la finalidad de perpetuarse. La moda, como Dorian Gray o Maléfica, hará cualquier cosa a cambio de la lozanía eterna.

 

 

Sin embargo, como parte de un sistema más grande, superior, la moda, al igual que otras manifestaciones de la creatividad humana, está sujeta a los caprichos de la biología. Entonces, de vez en cuando, así como las hembras lagartija cola de látigo desarrollaron la capacidad de autofecundarse, clonándose, extinguiendo al macho, para perpetuar la especie, también existen los experimentos, las anomalías irrepetibles como Ian Curtis, Violeta Parra, Belkis Ayón o el mismo McQueen: Cerebros experimentales, insolentes para aquellos convencionales, herejes que intentaron subvertir el statu quo de sus contextos, obedeciendo al instinto primario de crear. Una cosa es segura: Siempre podremos contar con la intrusión de un insolente.

Óscar Benassini (OB): ¿Te dedicas al diseño de moda?

 

Bárbara Sánchez-Kane (BSK): Creo imágenes, a veces absurdas, pero que pasan por mi mente. Las plasmo en la realidad. Por eso cuando me preguntan “qué hago”, respondo que soy directora creativa: A través de objetos y de performances, de la moda y el arte, creo el mundo que veo, el mundo que quiero ver para mostrárselo a otras personas.

 

OB: ¿Dirías que tu trabajo desafía las convenciones de género?

 

BSK: El eslogan de mi marca es Macho Sentimental, se refiere a un new humankind o a un nuevo tipo de humano, una persona, un híbrido que, a mi parecer, debe existir. La moda está dirigiéndose hacia el genderless, al cruce entre hombre y mujer. Creo que en el futuro no habrá esa diferencia que hoy aún permanece por cuestiones de marketing: Se diseña según las tallas para hombre o para mujer. En el futuro encontraremos el departamento general de ropa, sin definiciones acerca de quién es hombre y quién es mujer. No se trata de una nueva estética sino de algo generacional [millennials o Z], de un cuestionamiento de género, de identificación, por parte de mujeres y hombres.

 

OB: ¿Te gusta incomodar a las personas? ¿Hay en tu trabajo una voluntad de desafiar las convenciones de lo que se supone que deber ser la moda o la vestimenta?

 

BSK: La mitad del tiempo no sé lo que estoy haciendo. Trabajo con los objetos que están a mi alrededor: pero una vez un amigo me dijo que esos objetos, aparentemente sin chiste, significaban tanto para mí, que de hecho habitaban mi espacio, que eran mis amantes y mi familia. Así que solamente puedo decir que estoy ocupándome de mis demonios, los saco a dar una vuelta y les muestro nuevos rumbos.

 

OB: ¿Y cuáles son esos demonios?

 

BSK: ¡Algo tan básico como la vida misma! Tengo tanta información en la cabeza y tantas ganas de crear que siempre estoy colaborando de manera activa en un proyecto. Esa constante búsqueda por plasmar lo intangible son mis demonios. No tengo paz hasta que los veo materializados en el mundo. Aunque a veces quisiera simplemente dejar de pensar.

OB: ¿Hoy cómo definirías la moda mexicana?

 

BSK: ¡Seguimos muy atrasados! Siento que nos sigue dando miedo experimentar y entonces seguimos la línea de lo seguro. Hoy, el boom creativo de la Ciudad de México se encuentra en el arte.

 

OB: ¿Crees que podamos ser capaces de inventar algo que no tenga que ver con nosotros mismos, con la eterna autorreferencia a lo mexicano, al pasado prehispánico?

 

BSK: Para mí es muy importante ese aspecto de la cultura mexicana: lo prehispánico, lo folclórico, pero descontextualizado, ingenioso y con mucho humor. El humor, dar la vuelta de tuerca, puede ser un proceso mágico.

 

 

OB: ¿Cómo transmutas la ropa, tus prendas, en un espacio performático para el activismo?

 

BSK: Empecé a hacer performance como una manera de expresar, lo mismo que hago con mi ropa en los shows, cierta forma de inspiración 3D, el sentimiento, el touch and feel de todo lo que rodea mi trabajo, para hablar de lo que está pasando en México, de las injusticias, las violencias contra las mujeres. Es una denuncia social de aquello que nos afecta a las mujeres. De eso se trató Macho Sentimental, mi show reciente en el Palais de Tokyo.

 

OB: ¿Cómo desafiar las convenciones de la moda desde la moda misma?

 

BSK: Es muy importante crear a partir de una conciencia social, procurando un cambio. Creo que Sánchez-Kane contribuye a la visibilización de lo latino más allá de las convenciones.

La propuesta de Bárbara en sanchez-kane.com


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