No me gusta meditar. La palabra en sí me hace desconfiar, a veces me da náuseas. La verdadera razón de esta repulsión es que me siento incapaz de meditar: nunca logro concentrarme o adentrarme en una meditación más de 5 segundos sin que mi cabeza se vaya a cualquier sitio; el aquí y ahora —pilar de toda meditación—, el presente o el permanecer solo en tu respiración, me parecen tareas tan imposibles.
Hace unas semanas recibí una invitación para ir a un nuevo espacio de meditación y, obviamente, había que hacer la práctica. “Es una meditación guiada”, me dijeron. No tenía ni la más remota idea del significado de esa frase. Para mi meditar es respirar y tratar de mantener la mente en blanco, sin pensamientos. Lo único que me llamó la atención de la invitación es que sucedía en Proyecto Prim, un sitio al que le tengo especial cariño y que cada vez que entro me pasma. Traté de esquivar la invitación y postergarla pero insistieron tanto que al final acepté ir, casi por compromiso.
Llegué puntual a Safe Space a las 9:00 hrs. de un día sin importancia. Me recibió la majestuosidad de una casa vacía y en ruinas, preciosa. Mónica me guió a un cuarto de luz ámbar y alfombra de borrego. Ahí había que dejar el celular y los zapatos, dos objetos sin los que hoy en día no podemos sobrevivir. Después me llevó a otro cuarto donde ocurre la meditación (y la magia).
La descripción que sucede a continuación nunca se acercará al momento —debo decir momentos, porque he regresado varias veces— que se vive en Safe Space. Tampoco me apetece decir demasiado, realmente creo que vale la pena que cada uno se sorprenda con su propia experiencia.
Un vacío glorioso con estímulos visuales dilatando la pupila, seguidos por la serenidad de una voz que te acompaña por varios minutos. Flor de loto estática. Se me durmió un pie, luego el otro, y aún así todo seguía en su lugar. Mi respiración era pausada y constante, la sentía ir y venir mientras flotaba por pasajes hermosos, de otro mundo. Luego me fui sola a la profundidad. Cuando regresé anoté unas letras que después me tatuaría en el brazo derecho. Veinte minutos más y el viaje había terminado. Me levanté y caminé a la salida. Fui feliz.
La meditación en Safe Space es diario en horarios de 8:00 y 9:00 hrs. Para asistir tienes que apartar tu lugar en safespace.net.
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