Casa TO: La casa de la contemplación

Un sitio para la contemplación con un efecto surreal...

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texto Danaé Salazar
fotografía con modelo Fabiola Zamora
fotografía de interiores Jaime Navarro

Algunos curiosos decididos a caminar por el sendero de tierra, se encontrarán con una pared de concreto a la que le atraviesa un círculo grande a modo de ventana. La vegetación es pletórica sobre los muros. A través del vidrio se alcanza a ver una alberca alargada que, como un imán, te jala hacia sus entrañas y hace imposible no asomarse y querer ver qué hay detrás de la muralla de cemento.

Lo interesante es que detrás del bunker hay más concreto, más plantas y algunos muebles. Tres elementos que, en conjunto con el agua que recorre el espacio, crean un oasis muy particular. El monolito es un hotel. Se llama Casa TO y acaba de abrir puertas este septiembre 2022, en La Punta, Puerto Escondido.

Nueve habitaciones, un echadero en forma de gradas, rebanadas de cemento que recorren la alberca y una terraza donde próximamente albergará un restaurante. Casa TO es un proyecto osado en su concepción —Ludwig Godefroy es el arquitecto detrás de estos muros—, que ve hacia su interior y poco le importa lo que sucede afuera, que tranquiliza de solo dar un paso adentro y que, sin lugar a dudas, le habla al viajero que busca dos mundos en un mismo espacio: estar a cinco minutos caminando de la vida de La Punta —de bares, restaurantes, playa y el punto más importante del surf nacional—, pero también poder abstraerse de esa atmósfera, en un oasis que los desconecte y conecte con la introspección y la abstracción.

No es un espacio común, arquitectónicamente hablando. Fue concebido por Godefroy como un sitio para la contemplación con un efecto surreal. Es una obra que recrea la idea de ‘casa’ como concepto idiosincrásico regional, en donde tanto los huéspedes como la naturaleza que la rodea, se integran y, con el tiempo, se espera que creen historias y vida dentro de ella.

 

Platicamos con Gisela Kenigsberg y Daniel Cinta, socios fundadores de Casa TO. De primera mano, platican de las vicisitudes de esta aventura que se ha vuelto realidad.

 

Danaé Salazar (DS): ¿Cuáles fueron los retos del espacio para lograr crear este hotel?

 

Gisela y Daniel (GyD): Estamos en tan solo 600 m2, sin embargo, Ludwig logró que se sintieran como 2,000 m2 hackeado las dimensiones del espacio. Además, estamos en una ubicación geográfica muy privilegiada en la que tenemos a la Comunidad Ecológica al frente y a un costado, lo que nos ayuda a que sea un espacio de tranquilidad y silencio. De igual forma, el rápido desarrollo de La Punta no perdona el ruido de una sierra eléctrica o martillazos de vez en cuando. Cada semana hay que analizar los factores que nos rodean para poder adaptarnos a ellos y lograr que los huéspedes no se enteren que existen.

 

DS: ¿Casa TO es un sueño hecho realidad?

 

GyD: Podríamos decir que Casa TO es el sueño que nunca tuvimos. Suponemos que siempre quisimos tener un hotel en la playa. Desde que lo dijimos sonó como el plan ideal de vida pero la realidad es que nunca pensamos lo que implicaría. El trabajo que conlleva el proyecto para lograrlo como lo tenemos en nuestras notas y nuestra mente, es abrumador. Pero es lo que sucede con cualquier passion project y eso es lo que lo convierte en un sueño hecho realidad.

DS: ¿Cuáles son las 3 principales virtudes de Casa TO?

 

GyD: Arquitectura: Hemos hecho otros proyectos con Ludwig Godefroy en la zona pero este espacio es único por sus dimensiones y espacialidad. Sólo estando ahí se logra entender.

 

Geografía: La Punta es un espacio de muy rápido desarrollo pero logramos encontrar la esquina que nos permitiera crear un Templo Oaxaqueño lejos del barullo del up and coming spot de la costa.

 

Contenido: Estamos trabajando en planes de contenido que incluyen la apertura de un cocktail bar junto a la alberca, basado en destilados nacionales, además de un proyecto gastronómico en la terraza que subirá la vara de la oferta en la zona, y también experiencias inmersivas e introspectivas que se integrarán con el espacio y el ambiente de forma natural. Todo esto será lo que cubra la estructura de concreto que Ludwig creó como un gray canvas para todos nosotros.

DS: ¿Cómo se ha transformado La Punta y qué significa esto para Casa TO?

 

GyD: La Punta se está desarrollando desproporcionadamente en relación a la infraestructura que existe y, aparentemente, que existirá. No es una zona que cuenta con servicios básicos funcionales como drenaje profundo, capacidad eléctrica, internet o agua suficiente. Sin embargo, nuevas obras de todo tipo nacen cada semana.

 

El desarrollo inmobiliario parece no tener un freno, sin embargo, la comunidad local ha generado el nacimiento de grupos de la sociedad civil en defensa de la naturaleza y protección de las olas, como SOS Puerto, que logró frenar, hasta ahora, un desarrollo de 80 departamentos y 200 baños sobre la playa Bacocho donde desovan tortugas.

 

Por un lado, en Casa TO somos co-responsables de lo que sucede pero hemos encontrado formas para que nuestro impacto sea el menor posible —tener una planta de tratamiento de aguas, riego sostenible, política de zero plastic, separación de basura y reciclaje, uso de compostas y próximamente péneles solares—. Creemos que son pequeñas acciones que ayudan a disminuir nuestra huella en la zona y que, al involucrarnos más con la comunidad, nos permite entender qué más podemos hacer.

 

Casa TO tiene la oportunidad de convertirse en una plataforma integrada a la comunidad que ayude a transformar La Punta con mayor consciencia.

 

DS: ¿Hacia dónde camina un proyecto como Casa TO?

 

GyD: Creemos que la ambición del proyecto está dividida en dos partes: Por un lado, proyectar el concepto de casa mexicana a través de un servicio mixto en donde logremos transmitir la sensación de independencia y confianza, dándole al huésped completa autonomía, pero al mismo tiempo calidez, pues nuestra naturaleza como anfitriones es recibir y estar al tanto de sus necesidades.

Por el otro, queremos hacer de TO un destino en sí mismo, no sólo por lo que ya está dado —su arquitectura, vegetación, ubicación, interiorismo—, sino por el efecto que genera la experiencia sensorial. Tenemos mucho contenido por desarrollar ahí dentro. Ese es el reto más emocionante.

 

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