El tercer día de Volvo Fashion Week México abrió con una propuesta que no buscó llamar la atención con estridencia, sino con firmeza y claridad. Sigilo, la colección Otoño-Invierno 2025 de Diego Zúñiga, se presentó como una declaración sobre el poder de lo silencioso, de quienes resisten desde lo interno.
Cuando vi su nombre en el calendario, supe que tenía que estar ahí. Conozco su trabajo desde hace tiempo, pero apenas éste año pude verlo de cerca. En Homme de 192 hicimos una historia con él, y tuve la oportunidad de visitar su taller, conocer de cerca sus procesos, sus búsquedas y su forma de pensar. Diego es meticuloso: elige materiales con intención, construye ideas sólidas y las traduce en siluetas, texturas y colores que transmiten mucho más que una estética.
Sigilo es eso: más que una colección visualmente impactante, es una propuesta cargada de significado. Ponchos estructurados, capas volumétricas y prendas que parecen pensadas para proteger más que el cuerpo. La pasarela fue un recorrido de piezas con colores que remiten a la Tierra —verdes, grises, marrones y negros— que, aunque monocromáticas, tenían matices que hacían que cada look tuviera vida propia.
La propuesta me recordó a universos como Dune, Blade Runner o Mad Max, donde la ropa responde a entornos extremos, físicos y emocionales. En este caso, Diego toma esas referencias para plantear una visión del futuro —posiblemente distópica, posiblemente no tan lejana— en la que vestir también es adaptarse, sobrevivir, resistir.
El camuflaje deja de ser militar para volverse un lenguaje emocional. Se trabaja con bordados en chenille, cortes láser, textiles capitonados. Son técnicas que aportan textura y profundidad, pero sobre todo, sentido. En esta colección, hay una lectura política, ambiental y cultural: las prendas evocan protección ante un mundo hostil, retoman elementos de vestimenta tradicional como el poncho y parecen pensadas para contextos de crisis climática o social.




Fue la primera vez que vi un desfile de Diego en vivo, y me impresionó el cuidado en cada detalle. Desde el estilismo hasta los acabados, todo estaba perfectamente ejecutado. Los colores fluían dentro de una misma gama, pero se intercalaban entre sí contando una historia. Y eso, para mí, habla de un diseño con intención.
Sigilo es una reflexión sobre cómo nos enfrentamos al mundo. En silencio, sí, pero con fuerza.
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