
Un entremés Italiano en el estado de Morelos
fotografías cortesía de Anticavilla
En plena primavera viene a bien presumir de los dotes de Cuernavaca como un portal a una peculiar manera de disfrutar del clima, la vegetación y las bondades que nos regala esta temporada. Sus callejones y explanadas los habitan edificios llenos de historia: está el Jardín Borda, construido por José Manuel Arrieta (hijo del arquitecto que construyó la Basílica de Guadalupe), el Palacio de Cortés, construcción homónima comisionada por el colonialista y, entre más, la Explanada de la Constitución, que presume un kiosco construido por el mismo Gustave Eiffel. Calles coloniales, albercas, flores, la presea de La ciudad de la eterna primavera y una oferta hotelera y gastronómica que no le pide nada a nadie, y, entretanto, Anticavilla, un entremés Italiano casi al centro de la ciudad.
Anticavilla es un centro wellness, holístico y gastronómico cimbrado sobre las demoliciones de conventos jesuitas y lo que fue la hacienda colonial de Santa Águeda, en la colonia Vista Hermosa, en Cuernavaca, Morelos. Cada una de sus habitaciones o suites —16 áreas exclusivas con suelos y paredes de mármol— se identifica por llevar el nombre de un pintor italiano de la época moderna. Ahí, dentro de Anticavilla, entre ingeniería de Jesús Sánchez revestida de la arquitectura contemporánea de Bernardo Gómez Pimienta y el estilo tradicional de la ciudad, sucede todo lo que esperas de un buen hotel para descansar: spa, gimnasio completamente equipado, albercas, jardines, un bar y Verdesalvia, donde el chef Edher Cervantes prepara recetas en las que verte lo más fresco y delicioso de la región en emociones culinarias que te llevan al continente europeo.
Las habitaciones están equipadas con todas las amenidades para una estadía de completa calma y relajación. Algunas de ellas incluso cuentan con tinas de hidromasaje y hermosas vistas a las áreas abiertas del hotel.


Italia y México es el secreto de Anticavilla y Verdesalvia, experiencias que, sin restarle interés a una región u otra, encuentran un perfecto maridaje con notas técnicas que crean sabores italianos con profundo amor y respeto por los ingredientes de México.
La cocina se distingue porque retoma la tradicional comida italiana y la prepara con productos frescos de la región —otros sí de origen italiano, como algunos aceites, especias y quesos–. Puedes abrir apetito con un “antipasto” como los Vegetales orgánicos y pesto genovese, la Burrata y el durazno criollo o el Provolone y ragú de salchicha italiana alla arrabbiata. Una “insalata” de higo morelense y pecorino romano o Pera criolla y gorgonzola, o un “risotto ai frutti di mare”, con frutos marinos y pomodoro. Sólo para abrir el apetito y después entrarle a la carta: un Tortellone relleno de espinaca y requesón, un Pollito de leche rostizado y laqueado con balsámico, y con ragú de lenteja o el Pescado alla siciliana: 180 g. de robalo marinado en hierbas sicilianas, papas glaseadas y alcachofa frita.
Pero también hay pan dulce hecho en casa y opciones entre las que se encuentran una variedad de pastas, pescas del día, la trucha morelense ahumada, o algo muy tradicional como las enfrijoladas rellenas de chorizo de Yecapixtla. Y ni hablar de los postres, creaciones artístico-culinarias para saborear con un intenso caffé espresso, la dolce vita italiana en México.
Como Anticavilla, que combina la sofisticación europea y la calidez mexicana, no hay otro. Su hospitalidad es un detonador de excelencia y en el romper paradigmas entre lo que es meramente mexicano y no se puede llevar con lo italiano y viceversa, está su encanto. Además puedes visitar su cava, para maridar vinos de todas cepas, todas presentaciones, y de casi toda región con auténticos quesos y chocolates morelenses.
Ésta reseña es apenas un aperitivo, el resto se pide directamente en Hotel Anticavilla. Río Amacuzac 10, Colonia Vista Hermosa, Cuernavaca, Morelos.
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