Katya Echazarreta y el arrojo infinito

Lograr que México tenga su propia nave espacial y la lance al espacio; que los científicos y astronautas puedan formarse aquí y no en el extranjero; que se apoye el talento nacional para tener una base científica real —con recursos suficientes, que no son pocos—; que en nuestro país se considere a la Astrofísica como una carrera real y accesible; que no solo se valga soñar con ir al espacio, sino que sea una realidad próxima caminar sobre las estrellas y que la bandera de México adorne el frente del traje del astronauta. Esos son algunos de los retos que se ha propuesto Katya Echazarreta, la primera mujer mexicana en viajar al espacio. De la NASA al Congreso mexicano, de volar en el espacio a construir una industria que no existe en nuestro país, de cero. La constante en la filosofía de vida y realidad de Katya es la determinación: si eso la llevó al espacio, no habrá nada que la detenga en la Tierra.

total look MARINE SERRE vía FARFETCH

 

DANAÉ SALAZAR: ¿Cómo definirías el concepto del Universo?

 

KATYA ECHAZARRETA:  Tratar de entender el Universo siempre ha sido muy importante desde que era niña. El Universo me fascinaba… volteaba hacia arriba y pensaba cómo una persona como tú o yo había logrado descubrir una estrella o un planeta o una luna, si yo nada más veía puntitos y luces en el cielo. Fue cuando me fui interesando en la astronomía y la astrofísica. Pensaba que si los científicos de la antigüedad habían descubierto el sistema solar sin las herramientas tecnológicas que tenemos actualmente, cuánto más vamos a poder aprender nosotros con la tecnología que no ha cesado de evolucionar. Al Universo lo veía como un concepto para estudiar y analizar, pero también como una noción que me ayudaba en mi vida personal porque representaba lo constante, algo que va a permanecer por millones de años. Cada vez que tenía un problema, recordaba esa frase de “no es el fin del mundo”, y es tan cierta. Los peores conflictos o situaciones de un ser humano, para el Universo no son nada. El Universo y el planeta van a existir por muchísimos años. Si nosotros destruimos lo que tenemos aquí, no estamos destruyendo el planeta; nos estamos destruyendo a nosotros mismos; lo estamos afectando, sí, pero cuando nosotros nos vayamos, el planeta va a regresar con muchísima más vida.

 

DS: ¿Te asusta la idea del progreso?

 

KE: No. Si los científicos no creyéramos que se puede lograr vida en otros planetas, o que existe vida en otros planetas, no mandaríamos naves tan caras a explorar. Definitivamente el futuro del espacio ya está aquí, es una realidad. En la industria espacial en Estados Unidos, existen varios planes para crear estaciones espaciales (y más de una) además de ofertas privadas, en donde podrás pagar para ir a esas estaciones. Cualquier persona con los recursos suficientes podrá ir y permanecer en el espacio por una o dos semanas en los primeros hoteles espaciales que ya se están desarrollando. Hilton acaba de firmar un contrato para tener las primeras habitaciones en el espacio. También habrá un globo que llevará a personas a lugares turísticos a la superficie del planeta Tierra. El futuro está aquí. Ya hay boletos vendidos, sólo están esperando que la tecnología esté lista. Además, el futuro en el espacio ya no es nada más para los poquitos que la NASA selecciona, como sucedía antes. Vamos a llegar a la Luna, vamos a llegar a Marte, creo que sucederá en los años 2030. Y aquí la idea no es apropiarse de un planeta, existen contratos internacionales que especifican que la Luna, por ejemplo, no es de ningún país, no es de nadie, es para desarrollar la tecnología que eventualmente regresará para aplicarse en la Tierra.

 

DS: ¿Cómo llegaste a donde estás, cómo se fueron encadenando todos los elementos que te llevan a vivir la experiencia de viajar al espacio… qué influyó más, el azar, la suerte, el talento?

 

KE: Desde los siete años decidí que iría al espacio. Me gusta decir y pensar que desde ese día comencé con mi entrenamiento, porque el entrenamiento para llegar a un lugar así es de toda la vida, desde que eres un niño y decides que quieres estudiar una carrera científica. Sabía que me estaba entrenando para esa misión. Con el tiempo encontré la física y me fascinó. En la preparatoria decidí estudiar Ingeniería Eléctrica-Electrónica, que me permitiría diseñar naves espaciales. Años después, a los 20, cambié mi estilo de vida por completo y lo transformé en el tipo de vida que lleva un astronauta.

 

DS: ¿Cómo fue ese cambio radical en tu estilo de vida?

 

KE: Investigué sobre la preparación física del astronauta en todos los reportajes que existían. Dejé de comer carne roja por completo y empecé a hacer ejercicio —los astronautas hacen de dos a tres horas de ejercicio al día— porque necesitan tener una salud física impecable, su cuerpo debe estar completamente en orden porque en el espacio pierdes mucha masa muscular —al estar flotando, no usas los músculos como lo haces en tu día a día en la Tierra—. Lo segundo que pierdes es la densidad ósea, y eso puede provocarte osteoporosis, así que también la dieta es muy importante. Finalmente, la salud mental, porque si una persona no sabe cómo reaccionar ante una emergencia o crisis, pones en riesgo a las personas que van contigo. Toda esa preparación la inicié a los 20 años.

 

DS: ¿Hubo algo que detonara esa curiosidad o determinación de ser astronauta? Eras muy chiquita para tener esa claridad.

 

KE: Determinación siempre la he tenido. Desde muy joven entendí que la mejor manera para aprender algo es aventarte y hacerlo, y no esperar a que las cosas sucedan. Hay que arriesgar porque o sobrevives o te mueres. Entonces, cuando me preguntan si el hecho de que llegara al espacio fue suerte, bueno, tal vez que la oportunidad llegara fue suerte, pero que yo estuviera lista desde muy pequeña, ésa es una realidad.

DS: ¿Cómo era un día tuyo en la NASA cuando ya sabías que irías al espacio?

 

KE: En 2019 comencé con el entrenamiento físico sabiendo que iría a una misión en el espacio. El desayuno es muy ligero porque la primera actividad es subir a unos aviones especiales, y lo que tienes que pensar es qué pasa si vomitas; entonces tomaba fruta, avena, algo muy ligero. Continuábamos con entrenamientos de Fuerzas G —los aviones que se usan para hacer los trucos aéreos— donde tratas de llevar a tu cuerpo a las Fuerzas G más altas posibles, las que tu cuerpo soporte. Una persona que no está entrenada para esto, puede aguantar sin desmayarse unos cinco minutos a lo mucho, lo que quiere decir que tu cuerpo pesa cinco veces más que lo que pesa en la Tierra. Con ese peso no sólo te sientes pesado, sino que todos los líquidos que tienes en tu organismo van a bajar y pesar muchísimo, lo que provoca que baje la sangre de tu cabeza y por eso te desmayas. Toda la sangre baja a las piernas y a eso se le conoce como el síndrome de patas de gallina. Después, tu cuerpo se siente agitado y derrotado, y tienes que comer algo —normalmente vomitas—. Ya por la tarde tocaba estudiar intensamente.

 

DS: ¿Cómo te relajas?

 

KE: Algo muy importante que nos enseñan es a encontrar la relajación con la preparación, es decir, que mientras más preparada estés para una misión, menos estrés sentirás. Lo importante es saber que, en caso de ocurrir una emergencia, tu cuerpo va a saber cómo reaccionar —y no tu mente—. Si algo sucede y tu mente reacciona con miedo, tu cuerpo tiene que reaccionar correctamente por ti. La repetición de todo el entrenamiento te da confianza.

 

DS: ¿Crees en algo?

 

KE: Mi ser superior o supremo es el Universo. Es mi mayor fuerza. Soy científica, ingeniera, una persona de hechos; sin embargo, hay una frase que dijo un astrofísico que me hace mucho sentido respecto a creer o tener fe: “que no exista evidencia, no es evidencia de que no exista”.

 

DS: Te regresaste a México después de tener una carrera prometedora en la NASA. ¿Por qué esa decisión?

 

KE: México siempre ha sido muy importante para mí, pero no lo dimensioné hasta que subí en esa nave al espacio y vi la reacción de los mexicanos. El otro día leía en Google que México está en el top 10 de países del mundo que buscaron temas espaciales en 2022, y esto está directamente relacionado con mi misión. Cuando pienso en eso, en la magnitud de lo que puedo hacer en mi país, me doy cuenta de la responsabilidad y el privilegio, pero también en la habilidad que tengo en este momento para crear un cambio.

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No podía seguir con mi trabajo en la NASA como si nada. Si tengo al presidente de México recibiéndome, al canciller, a los gobernadores de los estados, a los diputados y al senado recibiéndome, cómo es posible que no quiera hacer un cambio. Claro que siento presión, pues los proyectos que estoy encabezando son más grandes de lo que me imaginé… pero no puedo dejar que esta oportunidad pase, que esta responsabilidad que me han dado los mexicanos caiga en vano.

 

Actualmente estamos impulsando una reforma constitucional que va a crear la base legislativa necesaria para que México pueda tener el primer lanzamiento desde el país —México no tiene la base legal para realizar eso—. Nunca hemos tenido un cohete mexicano o una misión mexicana porque legalmente no es posible. El paso número uno es pasar esta reforma. Tenemos el apoyo del presidente del congreso, el apoyo del senado, y de muchos diputados. En diciembre pasado me dieron cinco minutos en la tribuna del congreso para pedir su apoyo, y nos fue muy bien. Teniendo eso, la idea es crear el primer programa espacial de astronautas en México. Acabamos de crear, además, una fundación para apoyar al talento mexicano que quiera pertenecer a esta industria espacial: se trata de apoyar desde a los estudiantes más jóvenes hasta los ingenieros que han perdido el apoyo del gobierno para seguir con su trabajo en la ciencia.

 

DS: ¿Qué significa para ti “ser real”?

 

KE: Ser real no tiene nada que ver con la tecnología que estamos usando y tiene todo que ver con lo que estamos sintiendo. Ser real es la forma de usar esta tecnología para cambiar nuestra perspectiva y, aunque tal vez la experiencia física no sea real, la experiencia mental, emocional y psicológica sí lo es. He escuchado muchas críticas hacia la realidad virtual, que los jóvenes ya no quieren estar en la naturaleza, que ya no quieren estar en el mundo y prefieren estar al lado de sus celulares y computadoras. Eso es un problema que revisar, pero también tenemos que verlo desde el lado de los privilegios, porque es un privilegio tener una experiencia así para una persona que de otra forma no la va a poder tener. Por ejemplo, una persona de 90 años que su sueño siempre fue visitar Italia, que ya no puede subirse a un avión o caminar por esas calles por problemas de salud, que le podamos dar esa experiencia a través de la realidad virtual. Eso va a ser real y le va a llegar al corazón. En eso nos tenemos que enfocar: en cómo usar la tecnología para crear experiencias únicas, para personas que no van a tener el privilegio de vivirlas de otra forma.

 

DS: ¿Tienes un role model?

 

KE: Sí, pero la respuesta es un poco rara. Desde niña siempre busqué un role model, buscaba alguien que fuera como yo, con mi cultura, que hablara mi idioma, que entendiera lo que yo estoy viviendo, la realidad de ser una de nosotras. Era muy difícil encontrar a esta figura. Por eso decidí, desde muy chica, que yo quería ser esa persona para los demás. Esa idea de quién quería yo ser en el futuro era mi role model, es decir que mi role model siempre he sido yo visualizada en el futuro.

Saco THE ROW vía FARFETCH


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