La palabra clave en el lenguaje visual de Nicolas Degennes, director artístico de maquillaje y color de Givenchy es “luz”. Porque la ausencia de ésta oculta lo más importante en la tarea diaria del artista: Resaltar la belleza natural de la mujer. Porque cuando se aprovecha cada fragmento de luz, es posible potencializar y acentuar cada rasgo y atributo. Porque la luz es la mejor aliada de un maquillista.

“He aprendido a encontrar la honestidad en la belleza”, explica Nicolas, quien este año celebra dos décadas al frente de la división de belleza de la maison fundada por Hubert de Givenchy en 1952. “No es necesaria tanta parafernalia. Cuando estás frente a frente con alguien no hay forma de ocultar tus defectos, no hay postproducción, eres así y punto”.

El camino a esa filosofía profesional —y personal— lo ha ido construyendo desde sus inicios en televisión, cine y teatro, así como en aquellos míticos desfiles de Thierry Mugler, Jean-Paul Gaultier y Alexander McQueen, en los que él fue responsable de crear las fantasías del maquillaje que acompañaron las piezas de esos genios de la moda.

Él ha sido parte fundamental en la creación de tendencias —aunque lo niegue y me pida no ahondar en ello—. Y es que, a pesar de ser un rockstar del makeup, Nicolas tiene esa sensibilidad y sencillez de un artista que no busca ser el centro de atención.

“Siempre es interesante viajar y experimentar la euforia de muchos cuando me conocen y, aunque disfruto mucho de esa parte de mi trabajo, el momento en el que realmente soy feliz es cuando maquillo, cuando estoy en el set preparando la piel de una mujer”.

Además de su tarea como creativo, Nicolas supervisa cada paso del proceso de manufactura de todos los productos de la marca: “Soy un químico, pruebo todo, me aseguro de que tenga la fórmula perfecta, que el color sea el ideal, que su aplicación sea sencilla… ¡No me pierdo de ninguna parte del proceso!”.

El extenuante trabajo ha rendido sus frutos. En 2004 creó la línea Le Makeup —la primera de la casa—. Dos años más tarde, desarrolló Prisme Libre, un polvo suelto que combina cuatro tonos distintos con los que, como él dice, se crea una armonía de color perfecta. En 2008, decidió emprender una revolución en el mundo de las mascaras, al crear el primer aplicador esférico para dar más volumen y densidad a las pestañas.

Pero uno de sus grandes —y más vendidas— creaciones ha sido Le Rouge (2013), un lipstick en el que se combina la estética de la alta costura de la división de moda de Givenchy con el saber hacer de los laboratorios de la firma, y que dan como resultado una serie de labiales cremosos al tacto y extremadamente luminosos a la vista… El sello de Nicolas.

“Es difícil pensar en lo que ya está hecho. Mi mente está todo el tiempo pensando en qué es lo que sigue y cómo lograrlo. El mundo de la belleza es así, siempre hay algo nuevo, siempre queremos experimentar con algo más”.

Y es que la belleza ha evolucionado, el término se ha desgastado y los estándares “formales” de lo que hacia la industria —o lo que consideraban bello— hace 20, 30 y 40 años ya no son los mismos: “La belleza está en todo. Cada lunar, cada cicatriz, cada arruga son vestigios de una vida, de emociones, de pérdidas. No puedo definir un término tan efímero, tan volátil y tan personal”.

Las creaciones de Nicolas en givenchybeauty.com