Desde hace casi veinte años, Veja ha sido un nombre que resuena en la moda consciente. Fundada en Francia, la marca de tenis no sólo ha buscado crear zapatos atractivos, sino cuestionar lo que hay detrás de cada producto: quién lo hace, con qué materiales y bajo qué condiciones. Su filosofía es simple y, a la vez, radical: transparencia, justicia y sostenibilidad no son complementos, sino la base de todo.

Conversar con François-Ghislain Morillion, uno de los fundadores, es como asomarse al laboratorio de esa ética aplicada. La historia de Veja no comenzó en un estudio de diseño ni con un plan maestro para conquistar el mercado de la moda. “Antes de crear Veja, recorrimos el mundo durante un año, estudiando proyectos de desarrollo sostenible para grandes compañías”, me cuenta. Fueron 56 proyectos en países tan distintos como China, India, Sudáfrica y Brasil. “Vimos la parte oscura de la moda. Por ejemplo, en China, observamos a veinte mujeres durmiendo en un mismo dormitorio dentro de la fábrica. Eso no estaba en el reporte del cliente, pero nosotros lo vimos y fue muy impactante.”

Esas experiencias los enfrentaron con la realidad de las grandes corporaciones: un sistema casi imposible de cambiar. Pero también los guiaron hacia algo que funcionaba. “La compañía que nos inspiró estaba produciendo palomitas dentro del Amazonas, en un proyecto agroforestal. La gente vivía allí, ganaba dinero justo por su producto gracias al modelo Fairtrade. Fue entonces que dijimos: ‘esto es lo que queremos hacer en la vida’.”

El zapato, explica Morillion, se convirtió en la manera de aplicar esos principios: un producto tangible que puede combinar materiales naturales, comercio justo y diseño contemporáneo. La elección de Brasil como base no fue azarosa; la energía del país, el auge del movimiento social en el 2003 y la experiencia directa en el Amazonas marcaron la decisión. Incluso el nombre de la marca —Veja, portugués para “mirar”— encierra esa intención de transparencia: “Es como mirar lo que está detrás, quiénes son las personas, los materiales, la historia”.

Para Morillion, la sostenibilidad no es sólo una etiqueta; es una práctica que se siente, se toca. “Nuestro sitio web tiene muchos detalles, pero al final, lo más importante es el toque y el sentimiento. Que la gente sienta la diferencia.” La accesibilidad es otro eje: aunque pagan más por materiales orgánicos y por condiciones justas, optan por no inflar los precios hasta niveles de lujo. “Podríamos haber creado una marca de lujo, pero decidimos mantener un precio accesible, para que los jóvenes también puedan tener acceso a productos sostenibles.”

La cadena de suministro, en cambio, sí es un desafío constante. La búsqueda de hilo orgánico en Brasil los llevó a Uruguay, donde encontraron un sistema más estable y humano, con granjas certificadas orgánicas que venden su producto de manera constante y justa. “Cuando vuelves de allí, te preguntas: ‘¿me llevaría a mis hijos una semana a este lugar?’ Si la respuesta es sí, sabes que estás haciendo algo correcto”, comenta con una mezcla de orgullo y sencillez.

El diseño, por supuesto, no se sacrifica en el camino de la ética. La colección Panenka, inspirada en el gesto estilizado del fútbol, muestra cómo Veja combina su ADN con referencias culturales sin perder coherencia. “Sebastián, nuestro jefe de diseño, quería mantener la silueta y el alma del tenis original, pero con un guiño al fútbol. La idea era hacer alusión a un movimiento delicado, no un espectáculo.” Cada producto, sea sandalia o sneaker, pasa por un proceso riguroso de selección: si se aleja demasiado de la esencia Veja, simplemente no llega al mercado.

Morillion reflexiona sobre la relación entre marketing y autenticidad en la moda: “A veces hay mucho hype alrededor de las marcas por lo que muestran, no por lo que realmente hacen. Nosotros no queremos eso. Lo que hacemos es orgánico. No pagamos a artistas para que usen nuestros zapatos. La comunicación sale del producto mismo.” Es una coherencia que se percibe en cada elección de material, en cada taller visitado, en cada viaje a Asia, India o México, donde la marca busca expandirse sin perder la conexión con el suelo.

Su consejo para marcas y emprendedores que quieren hacer moda responsable es: ir al terreno. “Visiten los bosques, vean de dónde vienen los materiales. Sólo así eliges la sostenibilidad por pasión, no por obligación. Si conoces a la gente y admiras lo que hacen, quieres promoverlo a través de la moda.”

Al final, hablar con Morillion es recordar que detrás de cada sneaker hay un universo de decisiones éticas, materiales y humanas que pocas veces se ven. Es también un recordatorio de que la moda, incluso la que se viste en la ciudad, puede ser un vehículo de cambio: transparente, justa y profundamente conectada con quienes la producen y la consumen.

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