La creatividad, que va más allá de los confines aparentemente ilimitados de la música y el arte, comparte con éstos, en sinergia, el poder de ponernos en sincronía con el mundo a través de los ojos de otros; nos pone en contextos nuevos y diferentes, y nos da herramientas para cernir la vida y encontrarle perspectivas a aquello que vemos, pero poco nos detenemos a observar. Desde el punto de vista de la comunidad zigzagueante de el Ganzo y Crania, esas perspectivas son posibilidades, puentes que atraviesan premisas establecidas para expresarse a través de su propio lenguaje. Al extremo sur de la península de Baja California, a 3.8 km del estero de San José del Cabo, se encuentra el Ganzo, y a unos 2 minutos en lancha, cruzando una pequeña bahía, se encuentra Crania; hotel y beach club que fueron imaginados como un refugio para la creatividad, más allá de las convenciones usuales de la industria hotelera.
El Ganzo es un proyecto que Pablo Sánchez Navarro concibió en vida, quien tuvo la voluntad y el ideal de crear un espacio, más bien, una comunidad, que diera la bienvenida a espíritus creativos con ganas de inspirarse y crear desde su terreno. Con el tiempo, lo que pudo ser un bar para bohemios tomó forma, y se situó entre la retórica de un hotel y un tiempo presente que se presta a cualquier ideal de progreso. Hay que hacer hincapié en que como hotel cumple con todo lo que uno espera de un cinco estrellas: 65 habitaciones, 10 suites y tres de ellas exclusivas, dos piscinas (una en la cubierta superior, con bordes infinitos, y otra de entrenamiento en la parte inferior), club de playa, gimnasio, spa, dos restaurantes, y todo fundido con la impresionante vista de las puestas de sol del cielo de Los Cabos y el Mar de Cortés. El Ganzo es un anclaje a lo sostenible y se ha forjado por exploradores rebeldes, irreverentes, curiosos y creadores creativos, con quienes se han construido caminos hacia emprendimientos que integran a la comunidad local, generando programas turísticos inclusivos y compasivos con el entorno.
También permutan, pues han dado un salto al pasado para retomar sistemas al estilo de los hoteles europeos del siglo XX, en donde los artistas podían pagar con su propio oficio. Eso ha hecho que la estructura de su erguido Ganzo blanco sea una galería en constante crecimiento y evolución, que alberga más de 150 obras de arte que superan el millón de dólares con su valor. De entrada, El Ganzo es conocido por eso: no hay un espacio donde no se asome una pintura, una escultura o una intervención que delimite su universo. En su colección de arte se leen fichas técnicas con nombres como Aldo Chaparro, Fer Caballero, Pedro Reyes o José Dávila. Por cierto, en El Ganzo no hay reglas para intervenir y crear; durante su estancia, los artistas pueden elegir la fachada o cualquier espacio del hotel para pintar, o dar vida a una pieza utilizándolo como un estudio. También se les invita a intervenir en las habitaciones en las que se alojan, disfrutando de total libertad creativa. Claro que no se trata sólo de llegar y usar cualquier pared para chorrear tintero; todo es parte de un programa de residencias creativas con principios estructurados para realizarse íntegramente como un intercambio con la ausencia de cualquier transacción que involucre efectivo: la permuta que antes mencionaba. Estas residencias suelen durar alrededor de 10 días y el hotel alberga su estadía, viajes y comidas durante este tiempo.
La música hace del concepto de El Ganzo un sistema mucho más inmersivo, pues aquí la incómoda canción de elevador no es una opción. El proyecto se aviva con la otra cara de la moneda, que son las residencias musicales, artífices de que el proyecto sea universal y mucho más llamativo. Aquí artistas como The Whitest Boy Alive —con quienes convivimos de frente y nos hicieron parte de la experiencia de su estadía en el lugar—, L’imperatrice, Anderson Paak, Siddhartha, Rubio, y Slash —quien fue el padrino de las residencias musicales—, entre muchos otros, han sido parte de su agenda. Similar al convenio que sucede con los artistas plásticos, los músicos pueden quedarse por unos días en el hotel a cambio de tocar en vivo en el área del lobby y pueden bajar al estudio subterráneo para grabar música, así como realizar una sesión exclusiva para El Ganzo Session, que se transmite en las pantallas de las habitaciones del hotel y son parte de su canal de video. En este estudio sucede, por cierto, la magia que corre por todo el torrente sanguíneo del proyecto: es como el corazón incrustado al centro del edificio donde se cocina más que una pieza musical.
En un sentido holístico, no se piensa que este todo suceda nada más por suceder, pues parte de la filosofía de vida de Sánchez Navarro y la comunidad que sigue al pie del cañón trabajando para que esto suceda, es que el arte, la música, la creatividad y el sentido de pertenencia al proyecto y a la comunidad funcionen como un medio de sanación personal, que se traslade a un proyecto de reconstrucción social en el que muchos de los que creemos en la cultura como motor de cambio estamos inscritos. Pero además de este medio de sanación filosofal, la empresa es un comercio coherente, ético y respetuoso con el entorno. Por ejemplo, una de las tareas que tienen los artistas al hospedarse, es asistir al Centro Comunitario de El Ganzo, ubicado en el estacionamiento frente al hotel, en donde se brinda acceso abierto a los niños de la comunidad circundante para aprender con actividades artísticas y recreativas. También cuenta con un huerto, en donde los niños cultivan sus propios vegetales y es ahí de donde provienen las guarniciones del menú del hotel.
En el hotel no hay popotes ni envases de plástico. Los insumos utilizados son principalmente reutilizados de algunas obras de construcción en Los Cabos. Por ejemplo, las puertas y algunos muebles están hechos de madera rescatada de la construcción de edificios. El jabón de la lavandería está hecho de nopal y se compra a personas que lo fabrican localmente. Este producto ahorra al hotel un 80% de agua, un 60% de gas y cerca de un 50% de la factura eléctrica. También reduce el tiempo de lavado, porque no contiene químicos y hace que la ropa dure más.
Pero no se trata de una convención de soñadores, músicos y artistas; todo esto es apenas la punta del iceberg, porque El Ganzo es como el viaje mismo, ahí tienes que llegar con soltura, si no, puedes perderte de toda la magia que lo abraza. El hotel abre sus puertas al público en general, las noches de música en el lobby usualmente son a puerta abierta, y el hotel cuenta con day pass para que disfrutes de sus amenidades, incluso si no estás hospedado. El Ganzo no vive, como el arte, sin un espectador, así que todo el que recorre sus instalaciones es parte de su historia y su filosofía.
La cereza del pastel se sitúa a escasos metros en lancha. Crania es el secreto mejor guardado de este proyecto, es una bahía posfuncionalista con varias hectáreas de arena que se ubica junto a la marina. Ahí se celebra y se consagra la experiencia de un viaje inmersivo; en la tarde puedes comer en su restaurante albergado en un contenedor marítimo que ofrece manjares del mar; la playita es intimísima, y el escenario hecho con la misma maquinaria que creó la marina se enciende por las noches para iluminar el espectáculo de las bandas que se presentan con conciertos abiertos, exclusivos o privados. Es un lugar, desde mis ojos, sin precedentes, donde se celebra la alegría de encontrarse en tiempo presente en ese universo. Crania tiene vida propia.
Lo bueno y emocionante de escribir este presente, es decir, literalmente estas líneas, es que, si alguien lee esto y va al hotel ahora mismo, o se encuentra ahí, será una experiencia diferente a la que vivimos hace seis meses. Por eso omito algunos detalles, para no generar más expectativa, y que en tu visita tu propia experiencia rebase lo que te puedes imaginar. Así que, en palabras vivas de Sánchez Navarro, “quédate ahí, haz tu trabajo, haz lo que mejor sabes hacer. Sé bien tratado. Pásala genial, disfruta del sol, disfruta de la diversión y, ya sabes, estás en México”. Al fin y al cabo, hoy es ese mañana.
Conoce más en: elganzo.com
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