Ser bailarina en un país como México no es precisamente fácil. “Hay muy pocos espacios, muy pocas compañías para desarrollarse profesionalmente y poder vivir de la danza en nuestro país. Eso es una dificultad. Hay muchos bailarines que salen egresados de las diferentes escuelas profesionales que sí tenemos en México, que tienen esa formación de ocho años de carrera, de licenciatura en Danza Clásica, pero no hay muchas compañías que te permitan vivir de eso, con un sueldo, con un salario”, dice Isabel García, bailarina y maestra.

Aunque la danza es parte integral de nuestra cultura —pensemos en hitos como la Guelaguetza o en espacios y lugares como el Zócalo capitalino—, el camino está lleno de obstáculos. Uno de los desafíos: la falta de apoyo y reconocimiento por parte del gobierno y las instituciones culturales. Otro: la falta de público: no somos un país que a todas vistas consuma danza. Con todo y eso, Isabel García está ahí. Bailando y haciendo de ello una vida.

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“Desde niña, desde los cinco o seis años tuve acercamiento al ballet para niños, no profesional; tuve la fortuna de, más grande, ya adolescente, llegar con una maestra que había sido maestra de la Academia Mexicana de la Danza. Ella, Blanca Lilia Calvo, se había jubilado y tenía su escuela. Llegué ahí por azar, pero me mostró que había una posibilidad de estudiar el ballet clásico más seriamente y con una mirada más profesional. Mi amor por la danza estaba bien desarrollado, tenía esa impronta, esa pasión, el gusto genuino por bailar, pero realmente fue ella quien me enseñó la parte técnica y a estudiar desde las bases. Eso es lo que me permitió a hacer una carrera en el aspecto técnico”, dice Isabel García, Reina de las Nieves en El Cascanueces, Blancanieves y Desdémona.

La competencia es feroz. Proyectos, presupuestos, espacios. Y sin embargo, en este país se sigue bailando. Isabel García es hoy un pas de quatre en el Concerto de Demis Volpi y en el siguiente cambio de escenario, pas de deux en el balcón de Romeo y Julieta. Al final: Isabel García, la bailarina y la maestra.

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