Diez voces de las industrias creativas en México
fotografía Rodrigo Navarro para EME Laboratorio de Arte
asistente de fotografía Juan Luis Lemus
El bar de tonalidades rojas y su disco ball que por 12 años no había dejado, nunca, de girar. El mezcal que en su nombre vuelve a hacer alegoría a la familia, Unión. El primer amanecer juntos en el trópico y el recuerdo de unos Pachanga Boys rebasando con su música el horizonte del mar —corría el año 2013—. El salón del arte, el salón convertido en paraíso, en parcela, en bosque. La máquina parecía imparable hasta que llega un descanso obligado: 2020 y su crisis sanitaria, económica y social. El Archipiélago y sus islas por primera vez en todo este tiempo de experiencias vivenciales y llenas de gente —hasta 2019 el grupo había atendido, anualmente, a un millón de personas aproximadamente, cara a cara— se detiene en seco. Replantearse la sobrevivencia de cada proyecto, desde su individualidad, podría ser la salida, equilibrando a lo colectivo. La familia se mantiene unida, pero tiene que replantearse su esencia misma para sobrevivir.
Desde Gobernador Rebollar 95, donde se gestó el Archipiélago hace 12 años, platicamos con Toño Vilches, socio cofundador de esta familia.
Danaé Salazar (DS): Nos vimos por última vez el 2 de noviembre de 2019, en la primera edición de Radiobosque. Después de ocho meses nos ha sorprendido la vida. ¿Crees que 2020 va a ser fatídico?
Toño Vilches (TV): Creo que este año, de manera un poco templada, va a ser un mal año dentro de muchos buenos —acabamos de cumplir 12 años con Archipiélago—. Es un año que puedes cargar, apretar y sufrir. No está mal dejar llegar el sufrimiento, le puedes encontrar un sentido. Creo que es un año de reinventar, interesante para un emprendedor. Es un año en el que tenemos que ser muy justos en la perspectiva desde la cual hablas. Porque para mi el COVID-19 es un reto, como un todo, y no es un reto sino la mezcla de mil cosas —si se te murió alguien, si perdiste tu chamba, si tu negocio está sufriendo— es una realidad de la chingada. Que desde tu perspectiva puedas darle un sentido emocional, semiótico y, a partir de ahí hacer algo chingón, eso puede que sí.
DS: No sé si la parte emocional reinará sobre la racional o viceversa. La realidad es que la vivencia del COVID-19 y sus secuelas nos están obligando a pausar. ¿Tú cómo lo vives, coómo te sientes al respecto? ¿Archipiélago se encuentra en modo sobrevivencia?
TV: La respuesta depende de qué hemisferio de mi cerebro quieres que te responda. ¿El racional? ¿El frío? Ese lado del cerebro dice que en Archipiélago vamos a tener que viajar ligeros, separar empresas, vamos a tener que reubicar gente, negociar, hundir barcos cuando sea necesario; vamos a tener que reconocernos chicos para volver a ser grandes. Vamos a tener que olvidar el apego y dejar de aferrarnos a lo que éramos. Tenemos que poner un pie en la tierra a la parte emocional, nos tenemos que volver numéricos y más eficientes. Tenemos que hacer eso, primero, si queremos sobrevivir.
Recuerdo haber leído una entrevista a Paul McCartney en la que le preguntan: “¿Qué tan rico es usted, Sir Paul?” Él responde: “¿Ahora… [se hace una pausa] o ahora?” Porque pasaron 15 segundos y él ya era más rico que antes. Así respondería al cómo te sientes… “¿Ahorita o ahorita?” Cada 15 segundos me siento diferente. No somos dueños de lo que estamos viviendo y por lo tanto pasamos por un sinfín de personalidades y estados de ánimo que se viven todas al mismo tiempo —el optimista, el pesimista, el conformista, el ahorrador, el enojado, el creativo—. Por más que le quieras dar una respuesta a lo que estamos viviendo, la única respuesta será en retrospectiva, en el futuro. Ahorita son apuestas, tiene mucho más que ver con filosofías personales. Todo lo que tratemos de adivinar o proyectar es incierto.
DS: Y el otro lado de tu cerebro, el emocional, ¿qué siente al respecto?
TV: Es un momento para recordar por qué hacemos las cosas, por qué empecé este negocio y qué me movía. Qué es eso que nos llevó a tener lo que tenemos, a crear lo que creamos, qué nos hizo juntar- nos, qué es eso que disfrutábamos. La respuesta es que formamos Archipiélago para construir la vida que anhelábamos, rodeados de la gente que queríamos tener cerca, viviendo los proyectos que al final nos permitían materializar nuestros sueños. Ésa es la razón por la que hacemos música, arte, gastronomía, porque es la vida que queremos vivir, y Archipiélago se volvió ese canalizador.
“Son tiempos de pandemia, pero también son tiempos colectivos, tiempos donde finalmente nos sentimos como un solo mundo. A todos nos ha ido mal de una forma u otra, la crisis de la pandemia no es ni vertical ni horizontal ni diagonal, es una nube que nubló al mundo parejo.”
Para leer la entrevista completa con Toño Vilches, suscríbete aquí.
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