Parque Quetzalcóatl

Un ecosistema de regeneración y conexión con la tierra

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texto y fotografía Alberto Rebelo

En un pasado y ni tan lejano imaginábamos un esquema sobrepasado de tecnología para el futuro, que hoy es el presente; carros voladores, edificios tan elevados que podían convivir con los aviones, y robots; robots para las labores más básicas como tender la cama. Y no es que esas cosas “futuristas” no existan, pero en la vida cotidiana coexistimos con objetos mucho más sofisticados y diminutos que nos ayudan a ciertas tareas —que muchas veces no necesitamos—, pero además, vivimos inmersos en otras tecnologías, como la inteligencia artificial, los algoritmos, o el metaverso, que no son tangibles y no estaban en el imaginario colectivo antiguamente, y sí… hemos llegado a edificios tan altos que los más altos del mundo se quedan cortos. Pero en el presente, y ya encaminados en terrenos de la arquitectura, hay otro tipo de intenciones que nos ponen los pies en la tierra, pues el ritmo acelerado de la vida, la contaminación, la sobreexplotación de los recursos naturales y suelos, y las problemáticas sociales, nos obligan a mirar no sólo al “más arriba”.

El estilo orgánico, o la arquitectura orgánica como filosofía, que tiene sus orígenes en los 30, promueve desde sus raíces la armonía entre el hábitat del hombre y el mundo natural, desde hace muchos años existe, y hasta ahora probablemente sea considerada como una de las premisas del futuro/presente, pues comprende los espacios y busca integrarse a ellos abrazándolos, integrándose a sus formas para crear atmósferas unificadas con sumo respeto a los ecosistemas naturales y con conciencia ambiental. En México existe un espacio digno representante de esta corriente, el Parque Quetzalcóatl, creación del arquitecto mexicano Javier Senosiain, quien desde los inicios del proyecto (en el 2000) pensó en éste como un espacio de preservación ecológica, pero al pasar de los años el terreno se expandió y el concepto de inicio se ha ido convirtiendo en un proyecto de regeneración —ambiental, social y cultural— y de conexión con la naturaleza, un pequeño pulmón al norponiente de la ciudad, que se prepara para su apertura en los próximos años. 

 

Este desarrollo casi escultórico el Parque Quetzalcóatl, que se encuentra en el municipio de Naucalpan, en el Estado de México, integra arquitectura y naturaleza tal como el estilo orgánico profesa, pero con sus tintes lúdicos, entre curvas, subidas, bajadas, rampas y túneles que asemejan a la deidad que lleva por nombre, hacen de lo fortuito un espacio espectacular: “Al hacer la maqueta nos dimos cuenta que el terreno estaba muy accidentado y no era fácil construir, lo cruzaba una cañada y habían muchos árboles y cuevas que los fraccionadores rellenaron con capas de 20 centímetros de tepetate, pero al final se hizo la maqueta con todo y todo, y se colocó un tubo flotador de esos que usan los niños en las albercas; un día pensé, qué tal si colocamos la cabeza de una serpiente en la boca de una de las cuevas… se hizo el modelo de la cabeza en la maqueta y nos dimos cuenta que en efecto, parecía una serpiente virtual que entraba al terreno, salía y se metía otra vez, así que decidimos ponerle la cola, que está en la parte del acceso superior, pero todo el terreno es un sube y baja de este espectro”, nos platica Javier Senosiain, el arquitecto.

 

Pero no sólo es la espectacularidad de la arquitectura al aire libre lo que lo ondea en lo sustentable, sino los verdaderos efectos que su sistema propicia en el medio ambiente; al contar con un gran volumen de vegetación se reduce la contaminación y se crea oxígeno, naturalmente;  las cañadas que cruzan el espacio regulan la temperatura, mantienen la humedad y filtran el agua de lluvia al subsuelo. Y todo parece estar fríamente calculado, pero ha sido un tanto por ciento experimentación y otro tanto descubrimiento:

 

“Yo salí en el 72 de la escuela, y ya se hablaba sobre los problemas de la contaminación; con la Casa Orgánica (1985) encontré cómo contrarrestar una porción de esos problemas, pues el pasto, los árboles y arbustos alrededor producen oxígeno, mismo que rechaza la contaminación, y se crea un microclima en el que de alguna manera los árboles filtran el polvo y el dióxido de carbono y se respira aire puro en el interior. Para mí es muy significativa esa construcción, tal como ésta, porque observo en la reacción de los niños y jóvenes mayor interés y curiosidad a comparación del pasado, cuando la gente veía la casa como “algo raro”. Hoy hay más conciencia ecológica y en temas como la recreación y el esparcimiento, todo lo que representa esta arquitectura fuera de lo convencional”, agrega Javier Senosiain.

 

Gracias a la distribución del terreno, las aguas de lluvia se encausan en canales abiertos a espejos de agua, y el excedente de esas mismas aguas es preservado en cisternas para ser utilizado en época de sequía. En el parque también hay una planta de tratamiento en donde reciben agua residual de la zona residencial vecina y la tratan, para después utilizarla en forma de riego a los jardines del parque.

Entrándole a la arquitectura, el principal sistema constructivo de este espacio es el ferrocemento, que es un esqueleto de varilla forrado por dos mallas de gallinero, una por fuera y otra por dentro, a éste se le aplica “mortero”, cemento y arena lanzado con cuchara o embarrado con la mano, de ahí en fuera son pedacería de azulejos, conchas, tezontle, madera, y hasta papel periódico reciclado, materiales que además se fusionan con la propia naturaleza que los adorna para crear el esquema orgánico que abandera en México Javier Senosiain. 

Mientras culmina el proyecto completo, en el que el público en general podrá encontrar un foro al aire libre, resbaladillas, túneles, lagos artificiales, fuentes y un invernadero en forma de caracol con vitrales de colores, existe una opción única y exclusiva para conocer el parque, y ése es el Nido, un proyecto inmobiliario independiente con distintas amenidades, en el que te puedes hospedar haciendo una reservación a través de la aplicación Airbnb.

 

El espacio del parque es majestuoso, y recientemente nos abrió las puertas para crear esta historia, en la que exploramos el terreno de esta joya arquitectónica labrada en sustentabilidad, que también se está adaptando para convertirse en un proyecto no sólo de regeneración y conexión con la naturaleza, sino también con la comunidad, pues es una fuente de empleos que más adelante ofrecerá espacios para el desarrollo humano y actividades educativas, haciendo de su misión de crear conciencia sobre la importancia de la naturaleza y del impacto que tenemos los humanos en ella, un hecho con boleto de entrada. Esperamos ansiosos su apertura.

El proyecto del Parque Quetzalcóatl se encuentra en desarrollo y por el momento no tiene abiertas sus puertas al público en general. Para más información visita: www.parquequetzalcoatl.com

 


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