Happy Birthday To Me!

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Texto y fotos: Fabiola Zamora

COMPO PERRET

Cumplo años en una fecha poca afortunada, entre Navidad y Año Nuevo. Si estoy de suerte, estoy de viaje durante esa fecha, y en el lugar en el que esté, escojo hacer algo “especial” ese día. Estaba en Francia para mi cumpleaños y el plan “especial” era ir a Le Havre, una ciudad a más de dos horas del pueblo de donde es Ludwig, mi esposo.

 

Le Havre es la ciudad menos consentida por los franceses a nivel estético, pero paradójicamente catalogada por la Unesco como patrimonio mundial. La historia de esta ciudad, situada en la alta Normandia (Noroeste de Francia), en la punta en donde desemboca el Río Sena, es que fue gravemente bombardeada y destruida durante la Segunda Guerra Mundial. El renacimiento de la ciudad se dio cuando decidieron reconstruirla comisionando a uno de los arquitectos más grandes de la historia, Auguste Perret, especialista en la construcción en concreto y, por qué no mencionarlo, mentor de Le Corbusier.

 

La iglesia St. Joseph es una de las dos joyas que pueden encontrarse en Le Havre. La otra es el centro cultural Le Volcan, de Oscar Niemeyer. Curiosamente en algún otro cumpleaños, estando en Río de Janeiro, decidí que el día de mi cumpleaños lo pasaría haciendo una excursión a Niteroi para conocer el Museo de Arte Contemporáneo, hecho también por Niemeyer. Ya hablaremos de ese Volcán en nuestra edición impresa (Marzo 2016).

 

Volviendo a la otra joya de Le Havre, la iglesia de St. Joseph —construida por Auguste Perret de forma amateur pero con un profundo respeto y amor a la arquitectura—, es una enorme edificación cuadrada hecha en concreto con una torre al centro de 120 metros y repleta de vitrales, además de una interminable escalera en forma de caracol que sube al campanario. Columnas masivas de concreto y vigas en forma de equis, sostienen la edificación. La luz que se refleja a través de los vitrales le da un ambiente cinematográfico que nos transporta lejos, muy lejos, de lo que sería una iglesia.

 

Si por alguna razón llegan a estar en Normandía, no sólo vayan al famoso Mont Saint Michel, existen otras dos grandes razones para manejar un poco más al norte y conocer Le Havre, esa ciudad construida de forma atípica al resto de Francia, pero que da casa a dos maravillas de la arquitectura. Tristemente y de paso, pueden ver cómo y en dónde desemboca el hermoso Río Sena.

 

Texto y fotos: Fabiola Zamora


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