Los xochimilcas vivos y los muertos sueñan con flores. “Mi madre me contaba que de niña las orillas de las chinampas estaban llenas de alcatraces, crecían solos. Había muchas amapolas, cempaxúchitl y alhelíes, que antes eran imprescindibles en las ofrendas de muertos”, recuerda Araceli Peralta, xochimilca y cronista de su lugar. También Juan Carlos Velasco, un productor biodinámico joven, oriundo, cuenta que “todavía cuando era niño, en verano, abrían las flores y llegaban las mariposas. Era entrar a cualquier chinampa y blanco, blanco, blanco. Mi abuelito me hizo una trampa para juntarlas y echarlas en una botella”. Su abuela llevaba las flores al mercado de Xochimilco en una carretilla y las intercambiaba con sus vecinos por maíz chinampero, calabaza, chile chicuarote, semillas nativas de unas por semillas nativas de otras. “Cultivar era un proceso largo pero muy bonito. Aprendí que jugar y trabajar en la tierra te hace distinto. La tierra es terca y para abrirla hay que ser fuertes pero nobles. Si te desconcentras, generas plagas. Tienes que estar enfocado”, agrega Velasco.
La templanza de las y los campesinos ha guiado las ensoñaciones chinamperas, que siguen resistiendo la devastación ecológica de la zona. Mucha de su fuerza viene de los sabores y los rituales de sus pueblos y barrios: para las mayordomías de la virgen de Xaltocan, del Niñopa o del señor de Chalma, se preparan los tlapiques, que son tamales sin masa, de pescado, de rana y antes de ajolote. Se cuecen al vapor en un comal de barro, envueltos en hoja de maíz. En las lluvias la comida es a base de hongos de la zona de montaña: carne de puerco en salsa verde con hongos clavito, por ejemplo, y tamales dulces de capulín, que también crece en esa temporada. Siempre los atoles. “La comida va de la mano de la religiosidad y cosmovisión que se vive en Xochimilco. Los que somos originarios todavía conocemos muchas familias que saben las recetas, pero hay especies que han ido desapareciendo y se perdió mucho”, lamenta la maestra Peralta.
Para comprender lo que se ha sacrificado en nombre del espejismo del desarrollo, hay que ir 600 mil años atrás, cuando varios episodios tectónicos formaron una cuenca cerrada en el altiplano central de México. De allí evolucionó un sistema de cinco lagos: nuestro destino lacustre. Los primeros grupos nómadas llegaron hace 12,000 años y hace 1,100 los campesinos de las orillas al sur del lago comenzaron a cultivar dentro de la subcuenca Xochimilco-Chalco en islotes artificiales. Durante el auge de la zona —de 1200 a 1521 d.C.—, el sistema ocupaba casi 70% del área del lago, con cerca de 55,000 chinampas, emplazadas en 20 mil hectáreas. Y este paisaje cultural antropizado, la naturaleza sostenedora en simbiosis con el trabajo del hombre, alimentó al Imperio Azteca, a la ciudad virreinal y en una medida importante al Altiplano Central —los valles de Morelos, Puebla, México y Toluca— hasta principios del siglo XX.
Los siguientes proyectos chinamperos echan raíces para, posteriormente, sacar a flote las bondades del vergel.
Huerto Flotante
“La tierra me regresó”, asegura David, “yo me había puesto a estudiar Arte y Comunicación Visual y en un momento tuve que elegir entre la escuela y la agricultura”. La visión de Huerto Flotante es despertar la conciencia sobre la relación que hay entre la belleza de Xochimilco, las prácticas que lo sostienen, los alimentos que da esta tierra y la salud humana.
Además de lo que saben porque crecieron en Xochimilco, Juan Carlos y David empezaron a aprender sobre biodinámica hace nueve años. “Rudolph Steiner, su fundador, decía que del buen comer viene el buen pensar. En el estómago tenemos más conexiones nerviosas que en el cerebro, es nuestro primer cerebro. Si comemos lo que nos quiere dar el sistema, nos hacemos borregos y nuestro criterio ya no está tan despierto ni tan libre”. Por ello quieren ofrecer productos de temporada de las chinampas, su lugar de origen, sin intermediarios, y recibir a quien esté interesado en conocer cómo lo hacen. Además, iniciaron una pequeña escuela Waldorf para los niños de su comunidad y construyeron un horno de leña para hacer pizzas en las visitas que ofrecen. nuestrocsa@gmail.com Ig @huertoflotante
Arca Tierra
Es una iniciativa productiva que integra técnicas prehispánicas como el chapín, los acolchados o la siembra de ahuejotes, con técnicas contemporáneas de agricultura agroecológica, biointensiva, sintrópica. “Trabajamos con alrededor de 40 familias campesinas en Xochimilco, Tlalpan, Milpa Alta, Huasca, Amanalco, Texcoco y Zacatlán de las Manzanas, todas sembrando sin agroquímicos, todas con autoempleo”, presenta su fundador, Lucio Usobiaga. En su trabajo en la zona chinampera hacen biorremediación (limpian el agua y el suelo), capacitaciones y transferencia de tecnología. Arca Tierra ofrece esquema de canastas con productos de temporada, frescos, que no escoge el cliente, sino que se seleccionan según las propias capacidades y recomendaciones del productor y de la tierra. También hacen turismo rural: la gente va a las chinampas a conocer su historia, su funcionamiento y sus problemáticas. “Hemos aprendido mucho de la riqueza natural y cultural del sistema chinampero, de su resiliencia. Si se trabajan bien, producen mucho. Y quisiera pensar que hemos podido enseñar un modelo de viabilidad: que sí se puede limpiar el agua, producir rentablemente, vender, trabajar en equipo”, concluye. Ig @arca.tierra
Huerolodos
En Huerolodos son cuatro: Juan, artista visual de Tepepan que piensa la chinampa como un gran lienzo; Samuel, que estudió Planificación Territorial en la UAM Xochimilco, apasionado de la cartografía y la defensa del territorio y remero experto; Rubén, de Santiago Tepalcatlalpan que estudió Ingeniería Agrícola en la UNAM y es el maestro productor de la chinampa y guardián de las semillas y Chano, de Iztapalapa, agrónomo de la UAM Xochimilco. “El dueño de la tierra se había dedicado a convertir chinampas en canchas de futbol por rentabilidad económica, pero tenía nostalgia por el paisaje y la labor agrícola chinampera tradicional de su pasado. El acuerdo que tenemos con él es que si logramos generar un proyecto sustentable, estaría dispuesto a reconvertir canchas de futbol en chinampas para producción agrícola”, cuenta Chano. Se dedican al cultivo de hortalizas, plantas aromáticas y distintas variedades de maíz nativo mediante el uso de métodos tradicionales y artesanales; evitan el uso de agroquímicos para mantener la diversidad biológica y realizan prácticas para mejorar la calidad del suelo y el agua. Promueven el tequio (trabajo comunitario) y organiza ceremonias de temazcal y eventos culturales para difundir la riqueza histórica y ambiental del lugar. Ig @huero.lodos
Redes
Elsa fundó Redes, que realiza proyectos de conservación de la biodiversidad y desarrollo social, vinculando ciencia y saberes tradicionales. Desde hace 14 años trabajan en Xochimilco con productores agrícolas y ganaderos de las chinampas y zona cerril. Han capacitado a más de 200 productores en agroecología, calidad de agua, cadenas cortas de comercialización y herramientas administrativas. Al público ofrecen voluntariados estructurados, acciones participativas para la conservación del ajolote y la agricultura chinampera, visitas gastronómicas y demostrativas a las chinampas, avistamiento de aves y seminarios en línea y presenciales. Ig @redesecoac
Imagen: La red, Amanda Mijangos y Armando Fonseca, 2021. Interpretación ilustrativa del mapa de Tenochtitlán, 1521, que está en la biblioteca de la Universidad de Uppsala. El mapa original tiene información acerca de la vida social y laboral y sobre la flora y la fauna de la ciudad fundada en el siglo XIV, en una isla del lago salado de Texcoco.
Mira el artículo completo sobre Xochimilco en: Xochimilcas, los eslabones que guardan las claves del vergel.
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