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A pesar de un existente rechazo por la mayoría de los aspectos relacionados con la muerte, la especie humana siempre se ha interesado en ello...

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texto Tony Moxham

La especie humana es la única sobre la Tierra que entiende el concepto del tiempo. Por ello, somos los únicos en entender la idea de la muerte…

El viejo Huehuetéotl, dios del fuego, se encuentra dentro de las deidades prehispánicas más antiguas. Las culturas prehispánicas trataban la edad de estas divinidades con respeto, como sabios ancianos, pero también como figuras cómicas

 

La muerte es eso que ocurre cuando nuestro tiempo ha llegado a su fin. Es un hecho inevitable de la vida y ha dado origen a un millón de rituales e interpretaciones con la esperanza de comprender o de, al menos, poder aceptar la inevitabilidad del tiempo. Irónicamente, es nuestra propia comprensión del tiempo lo que hace que tengamos miedo a la muerte, además de que somos la única especie que realiza funerales. A pesar de un existente rechazo por la mayoría de los aspectos relacionados con la muerte, la especie humana siempre se ha interesado en ello. Hemos creado templos, monumentos y recuerdos, así como perfeccionado maneras de preservar y consentir a la muerte. Lo que se ha generado a través del tiempo es verdaderamente fascinante, a veces lógico y, con frecuencia, inexplicable. Mientras más nos alejamos de la religión, mayor capacidad tenemos de enfrentarnos de manera racional a la muerte y a la condición únicamente humana de envejecer, en la medida en que extendemos la edad promedio, y aumentamos  la esperanza de vida. Este artículo intenta explicar cómo tratar el tema del paso del tiempo —y el paso mismo de la vida que resulta de ello—.

El desarrollo tan complejo del ritual de la muerte dentro de la cultura egipcia es evidente en esta momia perfectamente envuelta.

 

Para empezar a entender la muerte, primero debemos definirla. Esta palabra proviene originalmente del protoindoeuropeo dheu, que hace referencia al proceso, al acto y a la condición de morir. En general, la muerte clínica no es necesaria ni suficiente para determinar una muerte legal pues, por ejemplo, un paciente con corazón y pulmones en estado funcional diagnosticado con muerte cerebral, puede ser dictaminado legalmente muerto sin que ocurra una muerte clínica. Sin embargo, estas definiciones se vuelven menos claras con cada avance médico que surge en pro de la vida. La senectud alude a un contexto en el que un ser vivo es capaz de sobrevivir a su propia experiencia de vivir, pero que eventualmente muere por haber llegado a una edad avanzada. Alrededor del mundo, este hecho abarca dos terceras partes del total de muertes que ocurren a diario, mientras que en países industrializados, comprende el 90%. Puede decirse que un organismo ha muerto cuando deja de estar consciente, a pesar de que muchas tradiciones religiosas sostienen la idea de que la muerte no necesariamente implica el fin de la conciencia. Históricamente, la muerte fue alguna vez definida como el cese de los latidos del corazón y de la respiración; no obstante, algunos avances médicos han considerado dicha definición como inadecuada, pues la respiración y los latidos pueden ser reiniciados. Hoy en día, cuando se necesita una definición del momento en el que alguien muere, doctores y jueces normalmente optan por una “muerte cerebral” para determinar a una persona como un ser muerto, pues ése es el punto en el que la actividad eléctrica en el cerebro se detiene (el fin de la actividad eléctrica indica el fin de la conciencia).

 

For the Love of God (Por el amor de Dios), de 2007, es uno de los trabajos memento mori más conocidos en todo el mundo —y de los más caros, también—. Está hecho a partir de un molde de platino de un cráneo del siglo XVIII, incrustado con 8,601 diamantes impecables.

 

En este sentido, el envejecimiento está ligado a la muerte, y el único escape para no envejecer es la muerte temprana. La esperanza de vida se refiere a la cantidad de tiempo que podríamos vivir si todos los peligros ambientales no existieran. Dicha esperanza, para los humanos, es de 115 años, una edad más avanzada que para cualquier otro mamífero, y un concepto que no ha cambiado en unos 100,000 años. Por naturaleza, casi todos los animales mueren antes de que envejezcan, ya sea en manos de depredadores, por inanición, infección o accidente. Ello ocurría también con nuestros ancestros, como los neandertales, algunos de los cuales sobrepasaron la edad de 40, aproximadamente. En pocas palabras, envejecer no trae ningún beneficio, excepto tal vez para la termita reina, que vive en promedio 100 veces más que otros insectos, posiblemente porque ha evolucionado de forma que habita un espacio protegido y sirve a su comunidad al producir huevos durante toda su vida. En la medida en que envejecemos (y en que el tiempo pasa), el orden da lugar al desorden. La grasa corporal se adhiere a las caderas, la piel se vuelve menos elástica, las recuperaciones llevan más tiempo, ciertos órganos se hacen más rígidos, y la resistencia disminuye continuamente entre los 25 y 35 años de edad. La memoria para recordar acontecimientos recientes se deteriora cada vez más, la capacidad para reaccionar se hace más lenta, los huesos se tornan más ligeros, y los sentidos como el oído, olfato y vista se deterioran. Los japoneses han acuñado culturalmente el término Wabi Sabi para este fenómeno, el cual celebra la brevedad, la imperfección y la decadencia. Se trata de una manera física de diseñar y una forma metafísica de pensar. Mientras que Wabi Sabi trata de la belleza en la imperfección, igualmente establece que todas las cosas terminan con la muerte, no sólo como el reconocimiento del ocaso inevitable, sino también la aceptación de la belleza del ciclo de vida completo. La impermanencia conlleva belleza debido a que es efímera, frágil y temporal a través del tiempo. Como humanos tendemos a obsesionarnos sólo con la primera parte del ciclo. En muchas culturas mesoamericanas los ancianos también eran venerados. El dios más antiguo, Huehuetéotl, era también el dios del fuego. Se le relacionaba con la purificación, transformación y regeneración a través del fuego, y usualmente era representado como un hombre viejo y arrugado, y con un brasero apoyado en la espalda. Por otro lado, las mujeres ancianas en la cultura mesoamericana se relacionaban con la humanidad y frecuentemente eran representadas con rostros envejecidos que asomaban a través de flores para mostrar las conexiones con el inframundo y la naturaleza. Como en muchas otras culturas, el envejecimiento de ambos sexos era visto como figuras cómicas.

 

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Esta urna funeraria y moderna de MT Objects es una reinterpretación de la cultura maya y del simbolismo que tienen la muerte y la fertilidad; su superficie brillante representa la “humedad” y, por lo tanto, la fertilidad; el color negro representa el cielo nocturno, mientras que la forma misma está inspirada en el huitlacoche y su conexión con el maíz. Fotografía: David Franco

 

 


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